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domingo, 27 de marzo de 2016

Psicología de lo auténtico

Uno de los autores que más ha influenciado mi trabajo como psicoterapeuta es Donald Woods Winnicott (Célebre pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés W.)  Fue leyendo a Winnicott que comencé a inclinarme al ejercicio  de un modelo más íntimo, esto es, centrado en las condiciones de autenticidad del consultante.  Éste rasgo, "lo auténtico", en la clínica de D. W.  se sustenta en la elección personal a partir de las condiciones particulares de adaptación del si-mismo a la vida cotidiana. Ésto tiene que ver con lo que D.W definió como “gesto espontáneo”.



Ver la psicoterapia como una apuesta por el reconocimiento de lo auténtico en cada persona hace complicado lograr una descripción técnica de los mecanismos utilizados durante el proceso terapéutico, y debo admitir que ésta es una de las cosas que me motivan a escribir en este blog, La otra es socializar y confrontar mi apuesta por un acompañamiento psicoterapéutico que apunta al desarrollo de la creatividad, la creación a partir de la imaginación.

En psicología clínica hay una marcada tendencia generalista, en sentido del síntoma y la nosología, que si bien han sido construidos con fines académicos y científicos pueden operar en contra vía del tratamiento mismo pues perpetúan el síntoma al configurarlo como parte de la identidad del consultante. Por otro lado, cuando queremos darle sentido e importancia a la subjetividad de cada paciente apuntamos al ejercicio una  psicología al servicio de las personas en contraposición   a la psicología morvicentrica que tanto miedo genera a las personas y que lastimosamente se ha convertido en la mejor estrategia de mercadotecnia para atraer clientes a los servicios de salud mental.

Para identificar tal diversidad y autenticidad no debemos centrarnos  únicamente en los aspectos ideológicos/filosóficos sino también en los elementos más sensitivos del consultante ello nos permite tener una mejor captación de elementos inconscientes que aparecen en la actitud, en los gestos y movimientos en relación a temas puntuales que son tratados en consulta.

Si bien la teoría es fundamental, en las tendencias contemporáneas de hacer psicoterapia  ésta sobresale por no quedarse apresada únicamente en elementos racionales, en cambio da importancia a la subjetividad del terapeuta tanto como a la del paciente.  Sabemos que a través de la otredad se logra la transformación del objeto natural en objeto simbólico, y como representación mitificada del mundo interno será luego ésta misma la que permita acomodar, reorganizar, mover y curar los dispositivos simbólicos que se puedan presentar como problemáticos en términos de la subjetividad y autenticidad que reconocemos en el trabajo terapéutico.

Me gusta pensar en lo que hago como una propuesta que combate el dogmatismo al reconocer la verdad única del paciente en su propia forma de experiencia y  percepción del mundo. Esto abre el camino a la verdad a través de la originalidad, la espontaneidad y la creatividad dando así una gran importancia al ser. Ser que se encuentra íntimamente ligado a la muerte, al vacío, la nada. En éste sentido, se trata de una suerte de "Irracionalidad" en tanto sensibilidad que permiten estados de no integración para acercar al sujeto a la creación mediante la espontaneidad.

Una adecuada escucha en la clínica permite captar los elementos fundamentales de la vida del paciente que lo vinculan con el hacer creativo a través de la cotidianidad. Cuando el terapeuta es eficiente en su trabajo logra situarse en el puesto de la figura materna o de otras figuras que le han fallado al paciente, pero si no hace bien su trabajo y se limita a cuestionar reactiva un pasado que se vuelve presente y se establece como realidad creando certezas inmóviles que petrifican al paciente en el mismo sentido del síntoma.

Tanta diversidad exige estar preparado frente a lo inesperado, cada experiencia es única y requiere un ambiente de libertad que permita al paciente expresarse. La relación terapeuta-paciente es diferente en cada caso y acomodarse a ella es un proceso complejo en el que se pueden cometer errores, pero la labor del terapeuta es también tratar de solucionarlos, los errores son importantes en tanto ayudan a des idealizar al terapeuta que inicialmente se encuentra en una posición simbólica demasiado elevada.  Adecuarse a las necesidades del otro no es una labor fácil, al menos no en todos los casos, se trata de  aprender a tolerarlo, soportar la agresión, contener la ansiedad, orientar las demandas y escuchar quejas, entre otras cosas. En medio de este proceso es que aparece el alivio a través del descubrimiento, quizás elaboración, de verdades que son reflejo del hacer creativo del paciente.

He aprendido a vivir y entender la transferencia en sentido amplio sintiendo como se configura en el vinculación al otro mientras permite entender una postura frente a las relaciones con la otredad, como una experiencia que permite integrar el ser a través de una continuidad en el tiempo que facilita el desarrollo del si-mismo en medio de la espontaneidad del acto creador.

Así mismo, Winnicott nos enseña a utilizar los errores en medio de un proceso terapéutico para trabajar con la idea de ilusión y desilusión que permiten al paciente diferenciar sus deseos omnipotentes de la realidad circundante pero diferenciando la repetición de la igualdad aparente porque el acto no se repite, quizás se recree   como en el teatro pero la experiencia del acto es cada vez única. Al fin de cuentas recrear lo ya establecido en una especie de libre deambular por la fantasía y el juego es el verdadero encuentro con lo cultural. 

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